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Un poeta ofendido: Roque Dalton

1 sept. 2017
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Influenciado por el surrealismo y las vanguardias europeas, la poética conversacional latinoamericana, la obra del chileno Nicanor Parra, y algunos contemporáneos, como el guatemalteco Otto René Castillo, el cubano Roberto Fernández Retamar, el nicaragüense Ernesto Cardenal o el argentino Juan Gelman, entre otros, el poeta salvadoreño Roque Dalton es uno de los íconos de la poesía centroamericana.

Su obra, llena de espíritu rebelde, estuvo matizada por temas de fuerte contenido social y enriquecida en ocasiones con altas dosis de ironía y sarcasmo.

Su vida política comenzó desde muy temprana edad. Desde joven militó en diferentes movimientos revolucionarios que luchaban por las mejoras sociales. Estudió leyes en la Universidad de El Salvador, participó en el Sexto Festival Internacional de la Juventud y los Estudiantes y fundó el Círculo Literario Universitario. Sin duda, lo marcó también la realidad de su natal barriada de San José de la capital salvadoreña, así como su formación religiosa en los colegios Santa Teresita del Niño Jesús y Bautista y el Externado de San José.

Galardonado con el premio Centroamericano de Poesía (1956, 1958 y 1959), Roque despuntaba entre los más brillante de su generación. Pero, paralelamente a sus logros en el campo de la literatura, daba pasos decisivos en su formación política. 

Ingresó al Partido Comunista Salvadoreño en 1958 y en 1961 tuvo que exiliarse, producto de las fuertes persecuciones y frecuentes encarcelamientos a los que fue sometido. Sus pasos lo llevaron a tierras distantes y diferentes: Guatemala, México, Checoslovaquia y Cuba, aunque mantenía visitas sistemáticas a su país.

Como parte de su activismo político y de su carrera literaria recorrió las Repúblicas de Vietnam y Corea, y numerosos países europeos y sudamericanos.

Las desavenencias que por esa época tuvieron lugar en diferentes países de América Latina entre partidos comunistas y movimientos guerrilleros, también sucedieron en El Salvador. El propio Roque las sufrió en carne propia, a tal punto que en 1967 dejó su militancia activa y en 1973, cuando regresó a su país, se alistó con el seudónimo de Julio Delfos Marín en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).

Muere ejecutado en 1975, cerca de Quezaltepeque —se sospecha que por algunos resentidos de sus compañeros de lucha, aunque las exactitudes de su muerte aún son desconocidas.

«La vida paga sus cuentas con tu sangre / y tú sigues creyendo que eres un ruiseñor. / Cógele el cuello de una vez, desnúdala, / túmbala y haz de ella tu pelea de fuego, / rellénale la tripa majestuosa, préñala, / ponla a parir cien años por el corazón. / Pero con lindo modo, hermano, / con un gesto propicio a la melancolía».

Además de su poesía, resaltan otros textos como la monografía titulada El Salvador (1963), en la que se hace un análisis pormenorizado de la cruda realidad en que vive el pueblo salvadoreño, lo cual explica las profundas raíces humildes y anticapitalistas del pensamiento de Roque, que volcó tanto en su prosa como en sus versos.

Hoy muchos de sus textos conservan amplia vigencia. Una parte importante de ellos se distribuyen en países latinoamericanos gracias a la editorial Ocean Sur, que ha publicado Taberna y otros lugares —merecedor del premio Casa de las Américas (1969)—, La ventana en el rostro, El turno del ofendido, Miguel Mármol, Las historias prohibidas de pulgarcito y Pobrecito poeta que era yo, entre otros.

Volver sobre su obra es una deuda de todos aquellos que nos hacemos llamar revolucionarios, latinoamericanos y luchadores por la justicia.

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