Para poder analizar la historia posterior al 59 es necesario partir del estudio de la producción historiográfica del período, teniendo en cuenta las características de esa producción. Generalmente, los historiadores tendemos a hacer un análisis de un período después de haber ocurrido los procesos históricos, por ejemplo, en mis tiempos de estudiante a mí me explicaron hasta 1925. Por lo tanto, lo que yo he tenido que trabajar y explicar después de ese año lo he buscado y estudiado yo por mis propios medios, esto se debe a que en la historiografía y en la enseñanza de la historia no se acostumbra a estudiar lo contemporáneo, digamos que se rescata más el pasado, o sea, se hacen miradas más a la distancia.
El análisis que nos estamos planteando posterior al 59 no es nada extraño, es simplemente algo más de lo que estamos acostumbrados a ver en el trabajo historiográfico. Por otra parte, el historiador produce a partir de su época, a partir del momento en que vive, de sus experiencias, escoge un tema de investigación en el que inmediatamente comienza a actuar su subjetividad. No importa al centro laboral que pertenezcas, la selección del tema depende del nivel de interés que puedas tener como investigador.
De forma general, lo primero que me gustaría plantear es que para poder abordar la historia a partir del año 59 lo primero es preguntarse: ¿por qué una Revolución? Esto es algo importante. Existen tendencias historiográficas que se mueven dentro y fuera de Cuba que indudablemente están marcadas por proyecciones políticas. Estamos hablando de un proceso histórico que está vigente, a partir del cual se enmarca esa mirada de ¿por qué una Revolución? Si era necesario, no era necesario, las condiciones históricas que la propiciaron, etc.
Aquí hay, en los últimos años, una tendencia bastante visible de la exaltación de los años 50. Se trata de una visión romántica dentro de un conservadurismo extremo. Sin dudas, el querer rescatar esta época en obras y espacios, forma parte de ese conservadurismo; Oscar Pino Santos lo hace en su libro Los años 50 en una Cuba que algunos añoran, otros no quieren recordar y los más desconocen. El autor publicó artículos periodísticos suyos sobre los problemas que existían en aquella época. Nos pone ante una situación de una década del 50 constructiva, alegre, con grandes centros nocturnos, una imagen extremadamente edulcorada de la realidad.
No se puede ser superficial. Hay que entender la Revolución, cómo surge, por qué, sus antecedentes y condiciones, creo que este es un problema de base.
Cuando se analiza la «Revolución en el poder», hay quien dice que no se ha hecho nada. Esto es un gran error, es falso. Hay obras de síntesis como las de Arnaldo Silva y José Cantón Navarro, la obra de Sergio Guerra y Alejo Maldonado, los textos para la enseñanza preuniversitaria de José Rodríguez Vento, que llega incluso hasta 2009. Es decir, ha habido un esfuerzo por hacer una síntesis de todo este período. Sin embargo, el problema de los textos de síntesis es que deben descansar en investigaciones que de modo parcial se hayan producido. Por ejemplo, en el libro La república, independencia y constitución, de Julio Le Riverendel año 1976, es evidente la solidez de los primeros capítulos, en cambio en los últimos, falta profundidad. En estos autores que mencioné, pasa lo contrario: ante la necesidad de mostrar un proceso histórico, cuando hay muchos elementos de investigación no resueltos, aparecen determinadas ausencias. Podría uno pensar que hay una debilidad en ellos, aunque realmente se trata de un gran esfuerzo.
También existen estudios sobre determinados temas dentro de la historia, como el de la hostilidad de EE.UU. hacia la Revolución Cubana. Referentes a esta cuestión se han hecho obras abarcadoras sobre Girón, la Crisis de Octubre, determinados planes de la CIA, la contrarrevolución, etc. Además hay temas de la reestructuración agraria, a partir de la misma Reforma Agraria, que han tenido acercamientos desde la sociología y la historia.
Otro de los temas con determinado seguimiento historiográfico es el nombramiento y presentación de ciertas instituciones como los CDR, la UJC, OPJM, FMC, ICAIC, que han marcado una trayectoria fundamentalmente a través de sus documentos y congresos, de ellas se han hecho compilaciones documentales; no tanto la elaboración de la historia en sí misma como la compilación que puede ilustrar de alguna manera esa realidad.
Asimismo, hay figuras y personalidades que han centrado mucho interés como el Che Guevara, quien fue de las figuras que en Cuba despertó más tempranamente ese sentimiento revolucionario. Sobre él se han hecho compilaciones de textos y trabajos, algunas obras de análisis de su quehacer y biografías. También habría que mencionar a Camilo Cienfuegos, con una vida mucho más breve, pero que es una figura hermosa que despierta determinados sentimientos. No pueden faltar Fidel Castro, Celia Sánchez y Vilma Espín. Creo que en todos estos casos lo que predomina es la compilación documental más que la elaboración en torno al accionar de estas figuras.
Sobresalen además las cronologías de la Revolución a lo largo de su desarrollo que no implican una elaboración, un análisis o un discurso histórico, solamente son cronologías. Se han elaborado publicaciones en torno a los aniversarios de hechos, organizaciones e instituciones. Existen también testimonios que parten de vivencias directas, como el libro de Ramón Espinosa sobre Cabinda.
La historia no se ha agotado, faltan muchos elementos por investigar. He tratado de hacer un recorrido muy general clasificando, para entender qué se ha trabajado y qué se ha hecho. No se trata de un período que no se haya investigado.
Sí creo que hay temas polémicos que se han abordado con mucha insuficiencia, o desde posiciones extremas y esto es algo que tenemos que resolver, por ejemplo, el llamado «Quinquenio Gris». Sobre este periodo se habla en una sola dirección. ¿Por qué no se habla de lo que en ese momento pasaba en el ICAIC o en Casa de las Américas? Son las complejidades y contradicciones de una época.
Puse este ejemplo, pero no es el único. Evidentemente hay temas que no aparecen, análisis de procesos que no se han hecho, críticas y resultados que no están presentes. A veces trabajamos como respuesta a libros que se hacen desde afuera y no desde nuestra propia producción historiográfica. Esto es una evidencia viva de que hay otro problema y es el acceso a las fuentes. No siempre los historiadores cubanos tenemos el acceso a las fuentes. Esto es un problema que tenemos que resolver para poder producir y si no lo hacemos nosotros, quién lo va a hacer.
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