Política

Trump sacude el delicado tablero en Medio Oriente

7 dic. 2017
Reuters
Donald Trump lo hizo. Desoyendo todas las advertencias de aliados y adversarios de que dejaría el Medio Oriente al borde de otro estallido de violencia, el presidente de Estados Unidos reconoció ayer miércoles a Jerusalén como capital de Israel.

En un discurso en la Casa Blanca, Trump dijo que su gobierno pondrá en marcha también el proceso para trasladar la Embajada de Estados Unidos desde Tel Aviv a Jerusalén, algo que se espera tarde varios años. "Cuando esté lista, nuestra nueva embajada será un magnífico tributo a la paz", prometió.

"He decidido que es hora de reconocer oficialmente a Jerusalén como la capital de Israel", afirmó luego.

"Aunque presidentes anteriores lo convirtieron en una gran promesa de campaña, no la cumplieron. Hoy, yo estoy cumpliendo", sostuvo.

El estatus de Jerusalén —que alberga lugares sagrados de musulmanes, judíos y cristianos— es desde hace tiempo el punto caliente de los truncados esfuerzos de paz en la zona.

Israel considera que la ciudad es su capital eterna e indivisible y quiere que todas las embajadas estén instaladas ahí. Por su parte, los palestinos desean que la sede de un futuro Estado independiente esté en Jerusalén Este, anexada por Israel luego de la Guerra de los Seis Días de 1967.

Trump actuó bajo una ley de 1995 que exige el traslado de la Embajada de Estados Unidos a Jerusalén. Sus predecesores Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama habían aplazado esa decisión para evitar inflamar las tensiones en Oriente Medio.

"Las puertas del infierno".

Aunque el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, dijo que era "una decisión valiente y justa", la medida tomada por Trump deja profundas dudas sobre el futuro del proceso de paz, ya tambaleante.

Para el presidente palestino, Mahmud Abas, Estados Unidos perdió su papel histórico de mediador entre palestinos e israelíes, mientras que Hamas, el movimiento islamista palestino que controla la Franja de Gaza, dijo que la decisión de Trump "abrió las puertas del infierno".

Ningún país tiene actualmente su embajada en Jerusalén, porque, tras la anexión israelí de la parte oriental de la urbe en 1980, la ONU llamó a la comunidad internacional a retirar sus legaciones de la Ciudad Santa.

"Días de furia".

La declaración de Trump deja a muchos aliados estadounidenses y dirigentes de Medio Oriente molestos tratando de encontrar una respuesta mesurada y esperando que la región, convertida hace mucho en un polvorín, no sea epicentro de un nuevo derramamiento de sangre.

En una frenética ronda de diplomacia telefónica, líderes de Arabia Saudita, Egipto, Jordania, la Unión Europea, Francia, Alemania y Turquía habían buscado persuadir a Trump de que dejara las cosas como están. "No puedo callar mi profunda preocupación", dijo por su parte el papa Francisco.

El traslado de la embajada de Estados Unidos probablemente demorará años en implementarse, pero las repercusiones de la decisión de Trump precedieron incluso su anuncio. Cientos de palestinos quemaron banderas estadounidenses e israelíes y fotos de Trump en la Franja de Gaza, mientras estallaron enfrentamientos relativamente pequeños cerca de la ciudad de Hebrón en Cisjordania.

Los palestinos convocaron a tres días de protestas, o "días de furia", desde ayer miércoles.

Los funcionarios estadounidenses y sus familias fueron llamados a evitar la Ciudad Vieja de Jerusalén y Cisjordania.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, convocó a una cumbre de la Organización de Cooperación Islámica (OIC), el principal organismo panislámico, en Estambul la próxima semana, para tomar una acción conjunta. Jordania y los palestinos también pidieron una reunión de emergencia de la Liga Árabe.

La mayoría de la comunidad internacional no reconoce formalmente a Jerusalén como la capital de Israel, insistiendo en que el tema solo puede resolverse durante las negociaciones, un punto reiterado ayer por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, tras la decisión de Trump.

Pero Trump insistió en que la medida simplemente reflejaba el hecho de que Jerusalén Occidental es y seguirá siendo parte de Israel bajo cualquier acuerdo. "Esto no es más ni menos que un reconocimiento de la realidad. También es lo correcto", dijo.

Uruguay actúa.

El revuelo por la decisión de Trump llegó ayer al Consejero de Seguridad de la ONU, donde Uruguay ocupa una silla hasta el 31 de diciembre. Precisamente Uruguay es uno de los ocho países que firmó ayer un pedido para una reunión urgente del Consejo de Seguridad para tratar la crisis. Esa reunión será mañana viernes. Los otros países que firmaron la moción junto a Uruguay son Bolivia, Egipto, Francia, Italia, Senegal, Suecia y Reino Unido. El Consejo de Seguridad escuchará un informe del secretario general de la ONU, Antonio Guterres.

Fuerte alianza

Con la llegada a la Casa Blanca de Trump en enero pasado, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, espera una alianza "más fuerte que nunca" con Estados Unidos. Trump lo recibe calurosamente en febrero, saludando el "inquebrantable" vínculo entre ambos países. El 22 de mayo, Trump se convierte en el primer presidente de Estados Unidos en visitar el Muro de los Lamentos en Jerusalén. Un día después, Netanyahu anuncia que Israel recibirá 75 millones de dólares adicionales en ayuda militar de Estados Unidos.
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