Política

Trump minimiza destrucción de Puerto Rico

4 oct. 2017
Lidice Valenzuela
En cinco horas, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, visitó las áreas menos afectadas de Puerto Rico, habló con el gobierno local y, en una de sus célebres conclusiones, advirtió que lo ocurrido en la isla tras el paso del huracán María no puede compararse con los destrozos del Katrina en su país.

Con la habitual prepotencia estadounidense, Trump tuvo palabras de elogio para “el actual buen trabajo” de su gobierno en Puerto Rico, y minimizó la destrucción de la infraestructura de la isla caribeña frente a lo que catalogó de “catástrofe total” en Nueva Orleans, Estado de Luisiana, afectada por el ciclón Katrina en 2005, en un corto contacto con periodistas que le esperaban.

 “Cada muerte es un horror, pero si miramos una catástrofe real como Katrina y nos fijamos en los cientos y cientos de personas que murieron y lo que pasó aquí con una tormenta (…)” “¿Cuántos muertos tienen ustedes?” preguntó y se respondió: “Dieciséis contra miles”, lo que hizo comprender al gobierno de la isla de que estará muy debajo de las necesidades la prometida ayuda de su Metrópoli.

De acuerdo con las palabras del presidente, la visita no logró conmoverlo lo suficiente como para que acelere la agenda de ayuda a su colonia caribeña, aunque los directivos locales ya estaban avisados de que el jefe de la Casa Blanca los considera “poco eficientes” y una carga “para el presupuesto” de la nación norteña.

La administración de Ricardo Roselló pensaba que Trump ganaría conciencia sobre los graves problemas locales. Más de 3,4 millones de personas carecen de electricidad, agua potable, comida y combustible 14 días después del paso del meteoro por la colonia que posee el estatuto rimbombante de Estado Libre Asociado (ELA), pero sin los derechos de los territorios de la Unión.

Acompañado de su siempre elegante e inexpresiva esposa Melania, el mandatario arribó en el Air Force One a las 11:45 hora local de este martes a San Juan, la capital, y de inmediato celebró una reunión informativa con el gobernador y otros funcionarios del ELA.

Entre los dirigentes boricuas estaba la alcaldesa capitalina, Carmen Yulín Cruz, quien hace unos días criticó los comentarios hostiles de Trump hacia Puerto Rico, transmitidos en tuits —su medio de comunicación favorito para tratar incluso problemas internacionales de la mayor connotación política— cinco días después del paso del poderoso ciclón que dejó un territorio arrasado.

De acuerdo con analistas políticos, tras conocer las declaraciones del presidente al llegar a la Base Aérea Muñiz, en Isla Verde, municipio de Carolina, la dirección boricua no insistió en peticiones ya hechas de manera desesperada días antes.

Desde que pisó tierra borinquen, Trump trazó las pautas. En una breve rueda de prensa al bajarse del avión, dijo a los periodistas: “Odio decirles esto, Puerto Rico, pero están sacando de control nuestro presupuesto, gastamos mucho dinero en Puerto Rico y está bien, salvamos muchas vidas”, a la vez que restó importancia al número de fallecidos.

El controvertido mandatario fue blanco de críticas desde que demoró casi una semana en referirse a la situación creada por el huracán, eludiendo su responsabilidad con el destino de la isla y sus habitantes, que son ciudadanos estadounidenses considerados de tercera categoría.

Después, el mandatario respondió de manera abrupta a las peticiones de socorro de la alcaldesa Cruz, quien el viernes comunicó: “Nos estamos muriendo aquí. De verdad nos estamos muriendo aquí. Lo sigo diciendo: SOS. Si alguien puede escucharnos; si el señor Trump puede escucharnos, acabemos con esto y pongamos las cosas en marcha”, insistió la líder demócrata local.

“No puedo comprender el hecho de que la mayor nación del mundo no pueda proporcionar apoyo logístico a una pequeña isla”, dijo.

El multimillonario devenido presidente gracias al anacrónico sistema electoral de su país y haciendo gala de una irrespetuosa retórica, en un mensaje en las redes puso en duda la capacidad de dirección de Cruz y la del resto de los miembros del gobierno colonial, que para mayor desgracia, carece de dinero e infraestructura para enfrentar en solitario o con la ayuda internacional, siempre modesta, las consecuencias del huracán María, de categoría cuatro.
“El liderazgo pobre de la alcaldesa y el de otros en Puerto Rico no consigue activar a sus trabajadores para que vengan a ayudar. Quieren que les resuelvan todo, cuando debería ser un esfuerzo de la comunidad”, comentó en un lenguaje soez hacia los boricuas, convertidos en colonia norteamericana hace 119 años.

Para que quedara claro, la lideresa de San Juan advirtió que solo le haría los honores “a nombre del pueblo de San Juan y por respeto al pueblo estadounidense representado por la Oficina del Presidente”, quien al saludarla le dio la mano, pero ni la miró ni le dirigió la palabra.

Poco después de su retorno a Washington, y en un análisis de la visita, a varios expertos llamó la atención la pobre visión de los daños ofrecidos al visitante, a quien antes consideraban su tabla de salvación.

Junto a su esposa, la ex modelo serbia Melania, Trump recorrió solo dos lugares: la capilla El Calvario, y una urbanización de la clase media alta, ambos en el vecino municipio de Guaynabo, que apenas mostraban afectaciones.

Trump, que ya venía rezongando y criticando, seguramente tendrá una evaluación negativa de su viaje hecho, según algunos de sus congresistas, para acallar las críticas sobre su actitud negligente y poco sensible hacia los boricuas.

Las zonas donde la gente se baña en los ríos, de donde sacan el agua para beber, las ruinas oscuras, las extensas colas para adquirir gasolina, los niños hambrientos y los ancianos durmiendo a la intemperie no estaban en la agenda presidencial.

A estas horas, la dirección puertorriqueña estará haciendo cuentas sobre lo que podrán recibir cuando llegue la colaboración prometida, entre ellos un buque-hospital que se espera alivie la situación de salud, ya que solo están funcionando unos 30 centros de salud de los 65 existentes, y tome providencias para evitar las epidemias.

Muchos isleños están viendo en la emigración la única posibilidad de sobrevivencia. Se unirán a los más de cinco millones de compatriotas que ya residen en Estados Unidos, donde consiguen empleos de baja categoría, pero pueden aliviar la difícil situación económica de sus familiares que quedaron atrás.

Lo cierto es que el gobierno estará aún más afectado y sin posibilidades de maniobra, pues no está generando ingresos, como hacía, en baja escala, antes del 20 de septiembre, día del siniestro.

El analista Luis Pabón Roca recordó que la administración incumplirá este mes con el pago a sus empleados, pues carece de liquidez y de opciones para pedir prestado ni siquiera a sus propias agencias.

La deuda de Puerto Rico a sus acreedores —los grandes centros financieros norteamericanos— asciende, según últimas revelaciones, a 120 000 millones de dólares, y el gobierno federal no actúa en consecuencia, pues no es un Estado más del país. El dominó boricua, por tanto, está trancado.

Tomado de Cubahora
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