2 abr. 2018
El país que se anuncia como referente universal de la democracia no cumple los estándares básicos de un sistema en el que las mayorías toman las decisiones
«El gobierno de los ricos, por los ricos y para los ricos». Al sustituir «pueblo» en la conocida frase de Abraham Lincoln por quienes tienen el poder real en Estados Unidos, se logra una idea más exacta de cómo funcionan la política y la sociedad norteamericanas.
Los pensadores progresistas vienen alertando desde hace décadas que el dinero es el que mueve los hilos de Washington, mientras el sistema democrático, desde los Padres Fundadores hasta nuestros días, resulta una máscara para encubrir los intereses de la minoría rica.
Lo llamativo es que ahora la idea se extiende entre sectores de la intelectualidad norteamericana que no podrían ser catalogados de izquierda.
El interés por el tema crece desde la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, un multimillonario neoyorquino, y la aplicación de su plan de reformas fiscales que benefician a los megarricos en detrimento de la clase blanca de pocos ingresos, la misma que contradictoriamente lo llevó hasta el Despacho Oval.
Pero los datos están ahí desde mucho antes. Un estudio llevado a cabo en el 2014 por Martin Gilens, de la Universidad de Princeton, y Benjamin I. Page, de la Universidad Northwestern, comprobó que las élites siempre salen mejor paradas que la clase media en la toma de decisiones políticas.
Después de chequear miles de proyectos legislativos y encuestas de opinión pública de las últimas décadas, Gilens y Page descubrieron que una política con escaso apoyo de la clase alta tiene aproximadamente una posibilidad en cinco de convertirse en Ley, mientras las que son respaldadas por las élites triunfan en la mitad de las ocasiones, incluso cuando van en contra de la opinión de las mayorías.
Los académicos demostraron que, «cuando una mayoría de los ciudadanos no está de acuerdo con las élites y/o los grupos de intereses organizados, generalmente pierde. Esto debido al fuerte sesgo del status quo integrado al sistema político de EE.UU., aun cuando una extensa mayoría de los estadounidenses esté a favor del cambio».
Esa realidad explica las dificultades que enfrenta actualmente el movimiento de jóvenes a favor del control de armas para lograr el apoyo de los legisladores, quienes reciben millones de dólares de la Asociación Nacional del Rifle y otros grupos conservadores que consideran portar un rifle como símbolo del modo de vida estadounidense.
Y las diferencias que se muestran en la política son cada ve