Contrapunteo

Sobre el movimiento campesino en Colombia (parte II)

3 sept. 2020
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En el artículo anterior, mencioné los elementos que considero influyen en la debilidad del movimiento campesino colombiano en su conjunto; para el actual artículo quiero profundizar en la debilidad político-ideológica y la desunión de los actores campesinos organizados. El primero, no es un problema exclusivo del campesinado, de hecho autores y miembros del movimiento social nuestroamericano reconocen la crisis ideológica que sufren los pueblos del continente y del mundo; el segundo, acarrea una práctica amañada de defender la bandera propia por encima de las banderas de los otros, que paradójicamente la crisis ideológica también tiene velas en ese entierro.

El hábito de la lectura diaria, por una hora o dos, de un libro que refuercen las ideas revolucionarias lamentablemente no está arraigado como la práctica de lavarse los dientes al interior de nuestro movimiento campesino, primero el modelo capitalista ha empobrecido al campesinado a tal punto que la formación no es prioridad, pues el hambre empuja a resolverlo primero; segundo, la cantidad de trabajo político ocupa al compañero en su cotidianidad que cuando finaliza la jornada el cansancio es tan grande que solo quiere descansar, para retomar la jornada al siguiente día; tercero, la formación desde mi perspectiva se ha relegado a un asunto que debe resolver el proceso organizativo y por ende, la formación se limita al plan de formación colectivo con sus tiempos y cronogramas.

Bueno, cabe resaltar que la formación política-ideológica no se traduce exclusivamente en la lectura de libros (con lenguaje técnico y académico riguroso) estaría faltando a la educación popular misma, pues nuestros liderazgos han cosechado el conocimiento con las tradiciones heredadas de sus comunidades y familias en el campo de la agricultura, como en el campo político, también por medio de la conversación, conociendo experiencias, agudizando la intuición y sentido práctico, cualidades comunes en el campesinado. Ahora, cuando me refiero a que la lectura no es un hábito diario es para representar que la formación propia diaria no es un hábito apropiado en las comunidades.

Como seres sentipensantes, la parte humana o sentimental también se cultiva al igual que el conocimiento cuidando una armonía entre ambos aspectos de la subjetividad. Pues se presentan los casos de personas intelectualmente brillantes pero su moral se doblega cuando llega una crisis al interior del movimiento. ¿Cómo abonar una subjetividad que aguante la tormenta como el árbol Guayacán y sea sensible para alegrarse por el crecimiento de la flor? Una alternativa que acompañe los procesos de formación colectivos, puede ser las conversaciones con las personas antiguas de los movimientos que a pesar de los años no seden un centímetro a la burguesía; de otro lado, el repaso permanente de los principios revolucionarios a través del ejemplo y la práctica también no solo es una alternativa sino una necesidad urgente hoy en día.

Sobre el otro tema de este escrito, cada fuerza social y política plantea sus agendas de trabajo a partir de los intereses y valores que los identifican, hay factores en común y distantes en medio de esta diversidad de actores no-capitalistas. La coyuntura junta a las fuerzas alrededor de aquellos factores comunes de sus agendas, canalizando esfuerzos conjuntos bajo acuerdos para lograr salir victoriosos de la coyuntura; en la corta experiencia dentro del movimiento social, fue común oír a los compañeros voceros que en la mesa de negociación con el gobierno nacional se presentaban momentos donde algunas fuerzas pasaban por encima de los acuerdos y posturas construidas colectivamente para sobre poner las exigencias propias al tener de frente a los funcionarios del régimen.

No obstante, la fuerza social desplegada en las calles en la coyuntura cuando hay unidad entre el movimiento social, permite sentir como tambalea el modelo económico, la opinión pública se convierte en otro campo de combate y el gobierno nacional recrudece su guerra contra el pueblo, lo que expone la gran importancia de insistir en aquello que une al bloque popular para poder construir el modelo de sociedad soñado. Si son posibles los cambios, pero desde el 2010 en adelante se ha reactivado el movimiento social y político con fuerza movilizadora, pero con un claro descuido de la unidad y de paso descuidando la parte estratégica de la lucha social.

¿Por qué prevalece la competencia entre pueblos explotados por el mismo sistema político-económico? ¿Tendrá también algo que ver la falta de formación político-ideológica? ¿Y si el problema no es la falta de formación político-ideológica sino los intereses propios del movimiento? ¿La postura dentro de la lucha de clases no es revolucionaria y tan solo apunta a cambios meramente parciales?

No puedo terminar este escrito, sin mencionar la coyuntura que la burguesía está imponiendo en los territorios con las masacres direccionadas a jóvenes. Hasta el 25 de agosto se contaban 46 masacres, porque cuando escribía este texto ocurrió una nueva en el territorio de Antioquia, sumando más víctimas a esta larga lista de sangre y terror. Sumado a lo anterior, la burguesía anda en una carrera monstruosa por posicionar su visión y propuesta sobre seguridad al pueblo colombiano, construyendo un escenario de caos en ciudades y campos, para luego salir a decir que se requiere más pie de fuerza y más tecnología de inteligencia para arreglar el “caos” incontrolable de los actores armados extra-legales.

Ojalá no sea el miedo y el encierro la respuesta del movimiento campesino y social en general frente a esta coyuntura, pues ante esa estrategia se requiere responder con fuerza y contundencia en la movilización, en la propuesta política y en una capacidad comunicacional capaz de ganar la sensibilidad de amplias capas de la sociedad a favor nuestro.

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