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La llamada del impeachment: Trump y los ucranianos

26 sept. 2019
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En la mañana del 25 de julio del 2019, Donald Trump realizó una llamada telefónica al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky. El mandatario estadounidense no tenía ni idea de las graves implicaciones políticas que tendría esta conversación. Trump inició el intercambio felicitando a su homólogo por el triunfo de su partido en las elecciones parlamentarias, pero su objetivo estratégico era solicitarle a Zelensky que indagara sobre un proceso investigativo que se realizó en Ucrania en el que estaba vinculado el hijo de Joe Biden. Evidentemente, una maniobra política con claras intenciones de afectar las aspiraciones electorales del que se visualiza en estos momentos como su principal rival en las elecciones presidenciales.

Lo que podría calificarse como el escándalo ucraniano, tuvo su origen en el año 2015 cuando el entonces vicepresidente Biden presionó al gobierno de esa nación para que despidiera al fiscal general debido a que Washington lo consideraba un obstáculo para las reformas políticas que debía emprender esa nación del viejo continente. En aquel momento, la fiscalía ucraniana estaba realizando una investigación asociada a presuntos hechos de corrupción contra una compañía de gas nombrada Burisma Holdings. Uno de los miembros de la junta directiva del consorcio era Hunter Biden, el hijo del vicepresidente. Las acciones investigativas se detuvieron. Desde que el equipo más cercano a Trump conoció estos antecedentes, consideraron que sería una oportunidad para emplear este caso como un arma durante la campaña. Concluyeron que era necesario tener más detalles y solo era posible hablando directamente con el máximo nivel político de Ucrania.

Como Trump se considera un negociador exitoso desde posiciones de fuerza, su primer paso fue identificar que uno de los principales intereses de Ucrania es recibir la asistencia militar de Estados Unidos que asciende a la cifra de 391 millones de dólares, la que había sido aprobada por el Congreso. Solo restaba que el gobierno comenzara a ejecutarla. A principio de julio y antes de la llamada telefónica con el presidente ucraniano, el mandatario estadounidense decide que funcionarios de la Casa Blanca le informen al Pentágono y al Departamento de Estado que se congelaría esa ayuda debido a que «estaban evaluando si ese gasto era necesario». Obviamente, Trump estaba valorando emplear este monto como una herramienta de presión contra el gobierno ucraniano. Era la aplicación de la fórmula trumpista de «toma y daca» para lograr un buen acuerdo.

Según la transcripción de la llamada desclasificada por la Casa Blanca, en un momento de la conversación el presidente de Ucrania expresa su interés por un tipo de armamento estadounidense y Trump, de inmediato, le dice a Zelensky «me gustaría que hicieras un favor para nosotros», y le pidió que indagara sobre la investigación que involucró al hijo de Biden. Además, le dijo que Giuliani y el Fiscal General de Estados Unidos lo llamarían para ponerse de acuerdo sobre este asunto. Giuliani es el abogado personal de Donald Trump y principal promotor de la importancia de presentar este tema como una vulnerabilidad de Biden en el contexto de las elecciones presidenciales. Era evidente que el mandatario estadounidense le estaba «cobrando» la asistencia militar que estaba todavía congelada y era esperada con ansiedad por la parte ucraniana.    

Esta conversación se mantuvo en estricta confidencialidad hasta que el pasado 12 de agosto, un funcionario de una agencia de inteligencia de Estados Unidos, del que se desconoce su identidad, decidió informar de este asunto al Inspector General de la Comunidad de Inteligencia, quien concluyó que el tema era urgente y debía ser alertado el Congreso por sus implicaciones para la seguridad nacional. El 9 de septiembre, el presidente del Comité Selecto de Inteligencia de la Cámara de Representantes, el demócrata Adam B. Schiff,  fue informado de los hechos y se inició un fuerte debate interno sobre la conducta del presidente y, en especial, si existían razones suficientes para iniciar formalmente un proceso de impeachment.

A mediados de septiembre, los medios de la gran prensa estadounidense inicialmente comenzaron a filtrar informaciones de «una conversación de Trump con un líder extranjero» en la que el mandatario habría propuesto un acuerdo sobre la base de motivaciones políticas de índole personal. Posteriormente, trascendieron contenidos más específicos hasta que el 24 de septiembre, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, decidió proclamar públicamente que se iniciaría un proceso de impeachment. Después de la revelación del contenido de la llamada, la propia Pelosi afirmó: «las notas de la conversación confirman que el presidente tuvo un comportamiento que socava la integridad de nuestras elecciones, la dignidad de la oficina que dirige y nuestra seguridad nacional».

Por su parte, el influyente presidente del Comité Selecto de Inteligencia de la Cámara de Representantes señaló sobre la llamada: «lo que esas notas reflejan es un chantaje a un líder extranjero al estilo de la mafia clásica. Así es como habla un jefe de la mafia. No estoy preocupado si es un quid pro quo o no. Ucrania entendió lo que quería el presidente. Él fue muy claro». Por lo tanto, después de estas revelaciones los demócratas ya tienen un argumento suficientemente sólido para promover investigaciones que le permitan sustentar un eventual juicio político contra Donald Trump. ¿Cuáles son los próximos pasos? ¿Qué posibilidades existe de que esta iniciativa prospere?

En lo inmediato, los presidentes de los seis comités de la Cámara de Representantes que están investigando potenciales abusos o delitos cometidos por Trump deben compilar todas las evidencias y enviarlas al Comité de Asuntos Judiciales que es el responsable de presentar al pleno de la Cámara los argumentos y las violaciones específicas que sustentarían un impeachment. Para llegar a este punto, se requiere una investigación que no tiene límite de tiempo. No obstante, el liderazgo demócrata está interesado en agilizar este proceso. Posteriormente, se presenta a votación ante todos los congresistas y si la mayoría (218 votos) está de acuerdo, entonces se procede a realizar un juicio político en el Senado. En estos momentos, precisamente 218 congresistas han declarado que están de acuerdo con que se inicie un proceso de impeachment contra Donald Trump. Por lo tanto, están creadas las condiciones para que prospere en la Cámara de Representantes.

Por otro lado, en el Senado con una mayoría republicana las opciones son mínimas debido a que se requiere que 20 senadores republicanos estén de acuerdo con destituir al presidente de Estados Unidos. Siendo realista, parece una cifra muy difícil de alcanzar antes de las elecciones de noviembre del 2020. De todas formas, Trump está involucrado en un escándalo muy serio que tendrá fuertes repercusiones hacia lo interno de su partido y profundizará el desgaste de su imagen a nivel nacional. No obstante, los demócratas deben actuar con celeridad e inteligencia para aprovechar al máximo esta oportunidad política. En esta trama de chantajes políticos y ucranianos, Marco Rubio dijo, defendiendo a Trump, lo siguiente: «el impeachment es una medida extraordinaria que debe ser empleada con precaución sobre la base de los hechos». De seguro, por esta muestra de lealtad absoluta en los momentos más difíciles, le pedirá a cambio mayor hostilidad contra Cuba y Venezuela.

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Comentarios

1 realizados
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3 oct. 2019 a la(s) 5:20 p. m.
Pável dijo:
Un abrazo mi hermano. Que bueno está el artículo. El papel de Nacy Pelosi es clave, y ella nunca ha estado segura de que funcione un juicio político a Trump. Es verdad que los demócratas necesitan 20 senadores republicanos, pero hay algunos de ellos que se oponen cautelosamente al mandatario y otros que enfrentan contiendas reñidas y su posición en este tema puede decidir su reelección. Lo otro es que si se va Trump, asume Pence, a quien los republicanos han preservado. Eso sería lo mismo o peor para Cuba y Venezuela. Quizás la mejor variante es que llegue vulnerable a los comicios y le cueste la reelección, pero también tiene que haber un rival demócrata con capacidad para derrotarlo, y ahora mismo no lo veo. La economía será lo que decida, una vez más. Espero que estés bien y la familia también. Saludos, Pável.