Contrapunteo

EL QUE TIENE PADRINOS, SE BAUTIZA

29 mar. 2023
Por

Hace seis años, el actual mandatario ecuatoriano, Guillermo Lasso, por entonces un banquero con reiteradas aspiraciones presidenciales, escribía en Twitter: «Los escándalos de corrupción son un problema muy serio para el binomio Lenín Moreno-Jorge Glas». Y remataba su mensaje con la siguiente frase: «Le deben una explicación al Ecuador». Ahora, sucede que quien debe una explicación es él, ante un nuevo destape de dineros mal habidos por mucha gente por la que él decía meter la mano en la candela. Justamente por ese escándalo, se enfrenta a un pedido de juicio político que ya entró en su trámite decisivo: la Corte Constitucional del país decidirá en las próximas horas si procede o no el juicio en la Asamblea Nacional.

El mal sabor es doble porque, aunque nada hay en claro aún, y todo está en el plano de la presunción, Lasso ya tiene un aval amplio de imputaciones, siendo los llamados Papeles de Pandora, el caso más sonado, pero, lo que es peor, de todos ha salido ileso. En ese entonces —hace ya dos años—, un consorcio de periodistas publicaba la filtración de secretos financieros que involucraba a 35 líderes mundiales, más de 300 funcionarios públicos de unos 90 países, y Guillermo Lasso era uno de ellos. Puntualmente se expuso que tenía unas 14 empresas off shore, esas tapaderas en paraísos fiscales que se inventan los que acumulan millones por debajo del telón.

Y nada pasó, en un país que, en 2018, aprobó en referendo una enmienda a la constitución para inhabilitar políticamente a toda persona condenada por corrupción; un país además que tiene una ley que prohíbe a los funcionarios públicos mantener activos en paraísos fiscales, pero resulta que este señor se las ingenió con una inteligente movida para que en la investigación certificaran que había «abandonado» estas cuentas off shore pocos meses antes de postularse a las presidenciales.

Estos antecedentes apuntan a que se trata de un personaje hábil de esconder o camuflar cualquier negocio turbio. Sin ir más lejos, esta vez comenzó temprano a sacudirse las migas y singularizar el escándalo: esto es culpar a chivos expiatorios, desligarse de ellos, aunque uno sea su cuñado, el otro un hombre de su entera confianza al que por decreto le dio el mando de 22 empresas estatales, cuatro de ellas envueltas en este minuto en el escándalo de turno.

¿De qué va la cosa? Pues resulta que un par de funcionarios — el principal ya en paradero desconocido y prófugo de la justicia, mientras otros renuncian de ahora para ahorita — y un familiar del presidente ecuatoriano, hasta hace poco con mucho poder, se dedicaban a repartirse los cargos en el gobierno de Lasso: «toma este puesto o aquel», y la mejor oficina va para quién se acerque más a los 150.000 dólares de comisión que se pedían, aunque por 30.000 parece que también podías obtener alguna buena posición. Y así ir saldando los favores políticos que pueden ir desde dinero para campaña a todo tipo de dádivas que son recompensadas una vez el peje en cuestión y su clan concentren todo el poder, el de la silla presidencial.

La primera reacción de Lasso ha sido advertir que ser «cuñado del presidente» no es un puesto político ni lo hace culpable directamente a él, lo cual es muy cierto, pero resulta que este pariente, apodado ya dentro del caso como El Gran Padrino, no pertenecía al gobierno, pero bien que repartía cargos de gobierno, incluso ministeriales, a diestra y siniestra. Es difícil suponer entonces que lo hacía por cuenta propia. De hecho, se produjeron en un incio al menos ocho allanamientos de las viviendas de los supuestos implicados, y curiosamente, la del Padrino no se registró en esa primera barrida.

La cosa se vuelve más oscura, cuando la persona encargada de explicar el informe que se desprendió de los audios filtrados por un medio de prensa, organizó una conferencia con los periodistas, pero no dio la cara, los dejó plantados y minutos antes presentó su renuncia al cargo de Secretario Anticorrupción. ¿Qué dice esto? ¿Acaso no le dio tiempo armarse una buena historia para salvar la presidencia de Lasso de este atolladero? ¿No quiso salpicarse? ¿No llegó a un buen acuerdo para salvar el pellejo de los que aún no caen?

En paralelo, Lasso no hizo más que mostrar ambivalencias en su discurso: primero habló de personas honorables; luego dijo que fue gente que se dejó llevar por la ambición. Mandó a la fiscalía a investigar todo, pero de antemano negó tajantemente que existiese estructura criminal alguna en su cúpula administrativa. ¿Cómo estar tan seguro? Y hasta se dio a la tarea de cambiar el eslogan del gobierno, que se definía como «Gobierno del Encuentro», pero como la investigación adquirió ese nombre, el ejecutivo cambió su identidad, como quién la teme porque la debe.

Esta mayúscula red de corrupción en la que las palabras soborno, cohecho y abuso de poder se quedan pequeñitas al lado del escandaloso actuar de los personajes en la mira judicial no es la única crisis que enfrenta el mandatario en su impopularísima gestión.

Guillermo Lasso perdió las elecciones seccionales el pasado mes de febrero, pero cuando digo perdió es que su partido CREO, el que lo postuló y hoy día es partido de gobierno, no ganó ninguna prefectura, que es como se llaman en Ecuador las gobernaciones, cero de 23; y solo obtuvo 25 alcaldías de más de 200. Tuvo que además enfrentar doble derrota: política y moral, porque su mayor antagonista, el movimiento correísta, ganó el doble de alcaldías que la fuerza oficialista y se posicionó en nueve provincias. Para rematar, las principales ciudades y estados más poblados se tiñeron de rojo y celeste, que son los colores de Revolución Ciudadana.

Y en el mismo día electoral, Lasso obtuvo ocho rotundos «no» a las ocho preguntas que componían su iniciativa de referendo, en la que pretendía activar la extradición como solución mágica a la delincuencia y el narcotráfico que están en un gran pico, y cambios que eran vistos como triquiñuelas para engrasar la maquinaria de corrupción, esa que hoy está completamente al desnudo en el país, aunque el presidente se monte la película de hombre intachable.

A la par, ha salido a la luz un informe de una unidad antinarcóticos, según el cual, el mandatario ecuatoriano podría haber recibido 1.5 millones de dólares provenientes del sucio negocio de las drogas para su última campaña electoral. En medio de esto, el movimiento indígena que se sublevó contra la gestión del banquero el año pasado y que solo aplacó las protestas por un acuerdo de diálogo político y un pliego de compromisos del gobierno, se cansó de esperar por promesas huecas y ha anunciado una radicalización de su actuar, máxime cuando le asesinaron recientemente a uno de sus líderes. Y la aprobación popular de Lasso, en medio de semejante aval, va bajando el umbral del 20%. Síntesis de una administración en grandes aprietos, más allá de si se concreta o no el juicio político que está respirándole en la nuca.

Pero hay señales que indican que desde Estados Unidos ya le activaron el bote salvavidas. Hace unas semanas, Guillermo Lasso recibió la visita del senador norteamericano, Marco Rubio. Según el discurso público, se trató de una visita por asuntos de seguridad, prosperidad, democracia, comercio bilateral y lucha contra el crimen organizado. De acuerdo con las palabras del propio Rubio: «Ecuador cuenta con un Gobierno que está comprometido a ello».

Cualquiera pensaría que Rubio, o no se entera, o mejor no se quiere enterar de por dónde van los tiros, pero es que está claro que fue a darle el espaldarazo de Washington a quien por coyuntura política les va quedando como el único aliado a la antigua en Latinoamérica y a toda costa intentarán salvarlo de esta crisis que pinta fea.

Antes de Rubio se han dado otras visitas que completan esta lectura: la Jefa del Comando Sur del Pentágono, Laura Richardson, aquella que dijo sin el menor disimulo hace poco que a Estados Unidos le importa América Latina por sus ricas reservas de litio, petróleo, oro, agua y por la Amazonía. Tocó el turno después a una delegación bipartidista del senado estadounidense encabezada por el demócrata Robert Menéndez, otro que bien sabe de escándalos por corrupción aunque se haya podido librar de ellos hábilmente. También desfiló en diciembre el asesor presidencial de Biden para América, Christopher Dodd, y el Secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas. Y pocos días después, el congreso estadounidense aprobó la Ley de la Asociación entre Estados Unidos y Ecuador, una medida unilateral para la que no vale la opinión de los legisladores ecuatorianos, a la «american way»: ellos aprueban leyes y toman decisiones a su única conveniencia e intereses.

Este verdadero apadrinaje, y no el del cuñado corrupto, es el que pudiera estar ejerciendo presiones en Ecuador, tanto en asambleístas como en las instituciones que tienen a su cargo decider el futuro de la presidencia de Lasso. En el congreso unicameral ecuatoriano, los números alcanzaron para pedir el juicio político y a estas alturas del partido ya parecen alcanzar también para sacarlo finalmente del cargo, pues para eso son necesarios 92 votos mínimos y se han establecido alianzas que den la sumatoria.

Sin embargo, la Corte Constitucional viene a ser la pieza clave. Ya un primer informe dictaminó que el juicio no era procedente, solo que no contó con el respaldo mayoritario de los jueces y hay que proceder a otra discusión y dictamen, en agenda ya para el venidero 31 de marzo. Al presidente ecuatoriano le queda como último recurso la llamada muerte cruzada, esa figura constitucional que pondría activarse en dos direcciones: del ejecutivo al legislativo y viceversa para acabar con tales poderes y adelantar elecciones.

Esta situación ha generado un sismo político en Ecuador, pero se impone comparar que, por muchísimo menos podredumbre que esta, el expresidente Rafael Correa fue condenado a ocho años de cárcel. Con tal de quitárselo de en medio para que no volviera a ejercer la política en el Ecuador, le armaron un caso de corrupción exprés que sí se «demostró». Es demasiado obvio que se vuelve cada vez más selectiva, para no decir más sobornable y hasta política, la justicia por estos rincones. Falta por ver hasta dónde llega esta trama de tramposos de cuello blanco con tan buenos padrinos internos y externos.

enviar twitter facebook

Comentarios

0 realizados
Comentar