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Cuba: vocación infinita

24 dic. 2018
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Cuba es nido, es mar, es horizonte; provocación infinita y constante; nuestra urgencia y escudo; la tierra que nos ve nacer y en la que aprendemos a amar los arroyos de la Sierra.

Es la patria que maestros consecuentes y padres convencidos nos enseñaron a querer. Es la gente que camina por sus calles; la música; la «esquina caliente» en la que se discute sobre béisbol; es el Festival de Cine Latinoamericano desbordando de público las calles del Vedado; es la fortaleza de La Cabaña, una vez al año, tomada por la literatura; es el lugar donde una boina guerrillera desafía la utopía y donde, hace ya 60 años, los cuarteles militares se convirtieron en escuelas.

José Martí, 17 de abril de 1894

Del alma cu­bana arranca, decisivo, el deseo puro de entrar en una vida justa, y de trabajo útil, sobre la tierra saneada con sus muertos, amparada por las sombras de sus héroes, regada con los caudales de su llanto. La espe­ranza de una vida cordial y decorosa anima hoy por igual a los pru­dentes del señorío de ayer, que ven peligro en el privilegio inmerecido de los hombres nulos, y a los cubanos de humilde estirpe, que en la creación de sí propios se han descubierto una invencible nobleza. Nada espera el pueblo cubano de la revolución que la revolución no pueda darle. Si desde la sombra entrase en ligas, con los humildes o con los soberbios, sería criminal la revolución, e indigna de que muriésemos por ella. Franca y posible, la revolución tiene hoy la fuerza de todos los hombres previsores, del señorío útil y de la masa cultivada, de gene­rales y abogados, de tabaqueros y guajiros, de médicos y comerciantes, de amos y de libertos. Triunfará con esa alma, y perecerá sin ella. Esa esperanza, justa y serena, es el alma de la revolución. Con equidad para todos los derechos, con piedad para todas las ofensas, con vigilancia contra todas las zapas, con fidelidad al alma rebelde y esperanzada que la inspira, la revolución no tiene enemigos, porque España no tiene más poder que el que le dan, con la duda que quieren llevar a los espí­ritus, con la adulación ofensiva e insolente a las preocupaciones que su­ponen o halagan en nuestros hombres de desinterés y grandeza, los que, so capa de amar la independencia de su país, aborrecen a cuantos la intentan, y procuran, para cuando no la puedan evitar, ponerse de cabeza, dañina y estéril, de los sacrificios que ni respetan ni comparten. Para andar por un terreno, lo primero es conocerlo. Conocemos el terreno en que andamos. Nos sacarán a salvo por él la lealtad a la patria que en nosotros ha puesto su esperanza de libertad y de orden, y la in­dulgencia vigilante, para los que han demostrado ser incapaces de dar a la rebelión de su patria energía y orden. Sea nuestro lema: libertad sin ira.

Julio Antonio Mella, noviembre de 1923

Existe entre muchos jóvenes un acendrado amor al pasado, que se manifiesta de distintas maneras, imposibilitándolos para la acción fecunda y necesaria en el momento actual. Unos creen que al morir Martí terminó la historia cubana, que todas las epopeyas gloriosas terminaron, se agotaron en el pasado siglo de las revoluciones emancipadoras. Hubieran combatido a las órdenes de Maceo como el mismo Francisco Gómez, ese ejemplar de juventud heroica y malograda; su lira hubiera sido la épica de Heredia, capaces de todos los heroísmos «mambises»; desconocen el heroísmo ciudadano, aunque muchos no renieguen del presente, aman con esterilidad el pasado más que el futuro.

[…]

Desconocen —y por eso no actúan—, que vivimos una hora importantísima en la historia de la humanidad, que hay una completa renovación de valores, que la historia espera nuevos Mirabeau, nuevos Dantón, nuevos Martí, nuevos Bolívar, que realicen nuevos ideales ya pensados y resueltos en las conciencias humanas por los precursores de la nueva era.

Hay necesidad inmensa de apóstoles, de héroes, de mártires para el triunfo de la causa, y esos apóstoles, héroes y mártires, están en la juventud universitaria de nuestra América.

[…]

Libertemos al pueblo, esa es la misión  de la actual generación; es esclavo porque es ignorante de sus derechos, enseñémosle, vaciemos todos nuestros conocimientos sobre él, no dejemos que la educación clerical y la nacional le inyecten el veneno de la insinceridad y de la corrupción.

El corcel de la batalla espera enjaezado, partamos, no miremos hacia atrás; el arcaico y estéril «todo tiempo pasado fue mejor», ha sustituido el «todo tiempo futuro tiene que ser mejor», demostración efectiva de acción, de lucha; no hemos cambiado el sueño en el pasado por el sueño del futuro, sino la lucha del presente para hacer el futuro mejor. 

Frank País García, en carta a su novia

Soy distinto, sí, tienes una rival que me ha robado el alma por entero, que me absorbe en cuerpo y alma, que me hace circular la sangre más rápido al pensar en ella, que he sentido angustias y alegrías con ella. Que he llorado, y abundantemente, como un chiquillo, por sus tristezas. He sufrido ya tanto por ella que me siento suyo, ha tomado mi vida de una manera que no soñé nunca entregar más que a Dios. Soy suyo y ella es mía porque la quiero, la amo profundamente, de corazón.

La conoces aunque la has mirado muchas veces sin comprenderla bien. Tiene la falda de listas azules y blancas, el corpiño rojo y sobre su cabeza un gorro frigio con una estrella blanca.

¿Comprendes esto?                                                                              

He olvidado todo. Tú, yo, los demás. Para mí no hay nada más que ella. No me interesa ya nada de nada, solo ella. Me siento como poseído. En mis venas arde un solo deseo, servirla.

 

Fidel Castro Ruz, 6 de marzo de 2003

Cuba ostenta el honor de ser en la actualidad uno de los pocos países que gozan de privilegios excepcionales. Corremos, desde luego, los mismos riesgos globales que el resto de la humanidad, pero ninguno está mejor preparado políticamente para enfrentar problemas que hoy azotan a gran parte del mundo y forjar planes y sueños que nos convertirán, sin duda, en una de las sociedades más humanas y justas de la Tierra, mientras nuestra especie sea capaz de sobrevivir. Ninguno está más unido ni es más firme y fuerte para enfrentar peligros externos e internos.

[…]

Todas las batallas las hemos librado siempre y las hemos ganado con el apoyo del pueblo. Hay todavía otras luchas por librar, algunas requieren de bastante tiempo, porque están vinculadas a viejos hábitos y costumbres, o dependen de factores materiales que no están totalmente a nuestro alcance. Poseemos, sin embargo, invencibles armas. La principal es la educación. Aunque a ella hemos dedicado uno de los mayores esfuerzos que haya realizado pueblo alguno, cuán lejos estábamos todavía de comprender su enorme potencial, pero sobre todo el uso óptimo del inmenso capital humano que habíamos creado. Todo lo transformará y seremos pronto el pueblo más educado y culto del mundo. Ya nadie lo duda dentro y fuera de Cuba.

Con igual ímpetu se avanza en el campo de la salud, donde ya ocupamos uno de los primeros lugares del mundo. También en este sector el capital y la experiencia acumulados serán factores decisivos.

Avanzarán la cultura, las artes y la ciencia.

Llevaremos el deporte a las más altas cumbres.

Solo cito ejemplos aislados de las grandes tareas que nos esperan. Ninguna será olvidada. Será preferible, como siempre, que los hechos hablen en lugar de las palabras.

El decadente sistema capitalista imperialista en su etapa de globalización neoliberal carece ya en absoluto de soluciones para los grandes problemas de la humanidad, cuya cifra de habitantes se ha cuadruplicado en apenas un siglo. No tiene porvenir posible. Destruye la naturaleza y multiplica el hambre. Nuestra experiencia noble y humana en numerosos campos será útil a muchos pueblos del mundo.

Frente a los cambios de clima, las afectaciones al medio ambiente ocasionadas por otros, las crisis económicas, las epidemias y los ciclones, nuestros recursos materiales, científicos y técnicos son cada vez más abundantes. La protección de nuestros ciudadanos ocupará siempre el primer lugar en nuestros esfuerzos. Nada tendrá prioridad sobre esto.

[…]

La batalla de ideas, nuestra arma política más poderosa, proseguirá sin tregua.

[…]

Les prometo que estaré con ustedes si así lo desean mientras tenga conciencia de que pueda ser útil y si antes no lo decide la propia naturaleza, ni un minuto menos, ni un segundo más. Ahora comprendo que mi destino no era venir al mundo para descansar al final de la vida.

***

De cuatro momentos anteriores de la historia de la nación, tomamos prestada estas reflexiones. A tres de estos jóvenes la vida les fue arrebata en edad temprana por una misma causa: la de la ética, la justicia, la dignidad plena de hombres y mujeres. Martí cayó en combate en la última de nuestras guerras por la independencia en el siglo XIX; Mella fue asesinado por órdenes del tirano Machado que sería derrocado en la revolución de los años 30; Frank, baleado por uno de los sangrientos militares de la dictadura que vería su fin en enero de 1959.

El cuarto, sobrevivió a la lucha —y a más de 600 atentados— y pudo legarnos reflexiones más cercanas que también hacemos nuestras. Fidel pertenece a la generación que asumió el reto de construir, después de la victoria, una sociedad diferente, en la que nacieron nuestros padres, y en la que crecimos nosotros, los jóvenes que apenas cumplimos 30 años. He aquí la Cuba que nos legaron los héroes. Donde aprendimos de pequeños que no deben flotar dos banderas, pues nos basta con una; y que se siente algo romántico, lindo e intenso, cuando se comparte la convicción de que a veces es mejor hundirnos en el mar, porque no sería coherente traicionar tanta gloria vivida.

 

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