Contrapunteo

Cuando ser mujer es un crimen

5 jun. 2017
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Varios países latinoamericanos y caribeños ostentan cifras dolorosas de feminicidios o crímenes contra las mujeres por una sola razón: su género. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de 25 países que concentran las mayores cifras de homicidio contra las féminas en el mundo, 14 son de esa región del planeta. Lo más alarmante es que la impunidad en la mayoría de los casos es de un 98%. El silencio es la respuesta ante el miedo a la represalia de la pareja, a las presiones sociales o sencillamente a la vergüenza.

La ONU describe este tipo de violencia como aquella que se ejerce en una relación desigual de poder que «de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como privado, afecta la vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial de una persona por el hecho de ser o sentirse como una mujer».

En ese sentido, ofrece distintas clasificaciones para identificar este tipo de violencia. Es física cuando produce daño, dolor o, riesgo de producirlo en el cuerpo o adopta un tipo de maltrato contra la integridad física de la persona; psicológica si es emocional, afecta la autoestima, perjudica el desarrollo personal o si busca controlar las acciones mediante la amenaza, el acoso, la humillación e incluso la manipulación. La violencia contras las mujeres también puede ser sexual (vulnera el derecho de ellas a decidir voluntariamente sobre su vida reproductiva, mediante la amenaza, el uso de la fuerza o la intimidación) y económica (pretende menoscabar los recursos con acciones que limitan los ingresos de las mujeres). Adquiere un carácter simbólico cuando se asume la subordinación de las mujeres en la sociedad como algo normal y a la vez se reproducen patrones estereotipados, mensajes y valores que promueven la dominación, desigualdad y discriminación.

La región está llena de casos de feminicidio, algunos más mediatizados que otros, pero todos son parte de un fenómeno que ya es parte del día a día.

Guatemala y El Salvador contienen unas de las tasas más altas de homicidios contra mujeres. Aunque Guatemala fue uno de los primeros países en reconocer oficialmente el feminicidio como un crimen —en 2008— 846 guatemaltecas son asesinadas en un año. En El Salvador, representó casi el 10% de los crímenes registrados por la Fiscalía y solo en 37 casos de feminicidio se lograron condenas, según el Instituto de Estudios de la Mujer «Norma Virginia Guirola de Herrera». Allí la pena oscila entre los 20 y 35 años de cárcel. En su forma agravada es de entre 35 y 40 años, y todos los asesinatos están relacionados con abuso intrafamiliar.

Otro país en una situación similar es México. Solo en la capital de la nación azteca más de 300 mujeres son violadas al año, en completo estado de narcosis. El Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio de México señala que la mayoría de las víctimas —un 80%— son mujeres migrantes que atraviesan México para llegar a Estados Unidos. Asimismo, la institución denuncia que las autoridades solo investigan el 24% de los casos, de los cuales una ínfima parte de casi dos puntos porcentuales terminan siendo juzgados.

Un poco más al Sur, en Brasil, ocurre una violación cada 11 minutos y lo peor, casi siempre es colectiva. Así sucedió con el caso de la brasileña de 16 años violada en Río de Janeiro por 30 hombres el año pasado. La Comisaría de Represión de Crímenes en Internet investigó el hecho porque el estupro fue subido a la red social Twitter y recibió un centenar de denuncias. Todo fue organizado por el exnovio de la adolescente en venganza por una supuesta infidelidad.

En un país de más de 200 millones de habitantes al menos 63 000 mujeres han denunciado crímenes en su contra, una cifra que engloba solo el 10% de todos los casos. Todo ello a pesar de que la expresidenta Dilma Rousseff sancionó la Ley del Feminicidio aumentando las penas de 12 a 30 años.

El Sistema de Información de Agravios de Notificación del Ministerio de Salud de Brasil señala que los Estados con más índices de feminicidio son Roraima, Espírito Santo, Alagoas, Goiás y Acre.

En la vecina Argentina la situación es mucho más grave, más mediática y los casos mucho más extremos. En la nación austral una mujer es asesinada cada 30 horas en su mayoría a manos de parejas o exparejas, según información de la Organización No Gubernamental La Casa del Encuentro, fundada el 4 de octubre de 2003 como movimiento de lucha y denuncia de las agresiones contra las féminas. A una chica su pareja le propinó 49 puñaladas por dejarlo, en un crimen que conmocionó al país.

La Corte Suprema de Justicia detalla que las víctimas son siempre niñas o adolescentes y, aunque la ley castiga con cadena perpetua, los crímenes de género siguen en aumento.

El caso de Lucía Pérez de 16 años, quien fue violada y asesinada por empalamiento, o el de las argentinas que hacían turismo en una ciudad ecuatoriana y fueron drogadas y luego asesinadas, también estremecen una sociedad que repudia la violencia machista a través de manifestaciones masivas en las calles y redes sociales. De hecho, la campaña Ni Una Menos nació como etiqueta en Facebook, Twitter o Whatsapp como forma de concientizar a la sociedad y movilizarla contra el feminicidio.

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